22 ene 2017

ELISEO SUBIELA: DE CÓMO FABRICAR UNA MOLOTOV, MIRAR AL SUDESTE Y LEER A OLIVERIO GIRONDO

A los 71 años, el 25 de diciembre de 2016, a poco de terminar la cena familiar en su casa de San isidro, y además en vísperas de su cumpleaños número 72 -el 27- murió el director cinematográfico Eliseo Subiela, autor de obras emblemáticas como “Hombre mirando al sudeste”, “El lado oscuro del corazón” y “No te mueras sin decirme adónde vas”, entre muchas otras que supieron tener el aplauso tanto de la crítica como del público, incluso un par de plagios de la industria de Hollywood.
Entrenado en el mundo del cine publicitario de la década del 60, ese mismo de donde surgió, por ejemplo, Fernando Ezequiel Solanas, supo aportar al cine algunos títulos que sorprendieron por su audacia y su forma de abrevar en la observación del amor y la pasión, y también de la vida, que en las últimas tres décadas, lo expuso al final, que finalmente sobrevino ayer.
En 1963, Subiela dirigió su primer cortometraje, “Un largo silencio”, un documental acerca del Hospital Neuropsiquiátrico Borda, con las voces de María Vaner y Lautaro, y dos años después “Sobre todas estas estrellas”, protagonizado por la entonces juvenil Nené Morales, no obstante habría de pasar mucho tiempo para llegar a su primer largometraje.
Subiela fue, además, asistente de dirección de Leonardo Favio en su filme  "Crónica de un niño solo" y de Armando Bó, en "La mujer del zapatero", entre otros, que le sirvieron como un acercamiento importante al mundo del cine no necesariamente publicitario.
Precisamente a finales de la década del 60, y ya avanzada la Revolución Argentina, tal como se llamó al quiebre institucional encabezado por Juan Carlos Onganía, Subiela fue parte del grupo de diez cineastas que dirigieron “Argentina Mayo de 1969: Los caminos de la liberación”, entre ellos Solanas, Nemesio Juárez y los desparecidos Enrique Juárez y Jorge Cedrón.
En ese trabajo, mezcla de imágenes de conflictos sociales y testimonios, se recortó el episodio que imaginó y concretó Subiela, “Didáctico sobre las armas del pueblo”, se inicia con imágenes de miseria, con el tema “Gracias a Dios”, por Palito Ortega, para luego convertirse en un instructivo, con bastante humor, acerca de como se hace una bomba incendiaria molotov.
Tras el cortometraje que solía proyectarse por separado antes de las funciones -clandestinas- de “La hora de los hornos”, de Solanas y Octavio Getino, habría de pasar una década para su debut en el largometraje, que fue con la discreta, pero muy prolija, “La conquista del Paraiso”, rodada en Misiones en la frontera con Brasil, con Arturo Puis y Kátia D'Angelo.
Tras ese propuesta que cosechó algunos elogios pero poco público, Subiela se dedicó a preparar su su segunda, y esta vez si, gran apuesta fuera de los cánones habituales de producción, que resultó “Hombre mirando al Sudeste”, en 1986, la historia de un misterioso interno que un día aparece en el Hospital Borda y asegura ser un extraterrestre con curiosos poderes.
El relato, que tuvo como figuras centrales al también artista plástico Hugo Soto y a Lorenzo Quinteros, como el psiquiatra al que le toca este paciente y termina revolucionado por él, sorprendió a todos por igual y dio a Subiela la categoría de gran descubrimiento, autor de una ficción fantástica que no solo mereció el Premio Goya sino la envidia de Hollywood.
A tal punto fue la atracción de esta historia que mucho asociaron a la de un ex combatiente de la guerra por Malvinas, que Hollywood tentó a Subiela a irse allí a seguir su carrera, propuesta que el director rechazó con una memorable carta-solicitada en la que no compartía la idea de renunciar a su identidad y a un futuro con su familia en la costa californiana.
Subiela no aceptó dirigir allí una nueva versión de "Hombre..." y en Hollywood, expeditivos, se la plagiaron no una sino dos veces: la primera fue "Mr. Jones", de 1993 y con Richard Gere, donde el guión de Eli Roth olió, y mucho, a primer plagio, con sexo del psiquiatra cambiado por el de una mujer, obvio para un inevitable romance, interpretada por Lena Olin.
El segundo fue "K-Pax", en 2001, de Iain Softley, con Kevin Spacey y Jeff Bridges, en los papeles de Soto y Quinteros, que fue por más y terminó siendo de hecho una copia al carbón y esto llevó a Subiela a enjuiciar a la producción del filme a la distancia que, finalmente, habría llegado a un arreglo con el Argentino y resarcirlo, al menos económicamente.
Tras "Hombre.." Subiela abordó "Ultimas imágenes del naufragio" (1989), "El lado oscuro del corazón" (1992), "No te mueras sin decirme adónde vas" (1995), cuando ya enfrentó sus primeros síntomas de una afección cardíaca, que en varias ocasiones lo pusieron entre la espada y la pared, "Despabílate amor" (1996), que rozó lo retro y "Pequeños milagros" (1997).
La experimentación volvió con "Las aventuras de dios" (2000), y con un hombre y una mujer atrapados en un viejo hotel de la década del 30, y en plena crisis de 2001, que lo azotó personalmente con el "corralito", salió nuevamente a la carga con una fallida segunda entrega de "El lado oscuro del corazón", con casting argentino-español.
Su paso por la televisión incluyó la serie "Historias de no creer", cuatro episodios titulados "Angel", "Relaciones carnales", "El destino de Angélica" y "Qué risa la muerte", para volver al cine con "Lifting del corazón" (2005), y las muy valiosas "El resultado del amor", con Sofía Gala y Guillermo Pfening y "No mires para abajo", con Antonella Costa.
En 2009, y con la obsesión puesta en lo efímero de la vida y en la búsqueda de una segunda oportunidad, presentó "Rehén de ilusiones" y tres años más tarde su última obra, "Paisajes devorados", un falso documental sobre tres noveles directores que quieren retratar a un cineasta interno del Borda, interpretado por el verdadero Fernando Birri.
Al promediar la década del 90, el cineasta abrió un centro de enseñanza, la Escuela Profesional de Cine de Eliseo Subiela, en el barrio de Belgrano, con docentes como Miguel Angel Rocca, Dieguillo Fernández, Rodolfo Denevi, Daniel Pensa y Daniel Pires Mateus, entre muchos otros, y una productora de sus filmes y de otros colegas.
El ganador del Cóndor de Plata a mejor director en tres oportunidades, estaba preparando un nuevo largometraje, "Corte final", con Miguel Angel Solá y Selva Alemán, según había anticipado un homenaje al cine al que él mismo amó con pasión toda su vida.
Amores imposibles, utopías, riesgo estético, audacia para encarar temas muy vinculados con la vida y la muerte, poesía, a veces propia, otras tomadas de Oliverio Girondo, como "Espantapájaros" o "Interlunios"; de Mario Benedetti, como "Rostro de vos" y "Corazón coraza", y de Juan Gelman, como "Poco se sabe" y "Sefiní", en "El lado oscuro del corazón", que lo marcaron a fuego.
Con la partida de Subiela queda el recuerdo de una obra importante para el momento en el que le tocó surgir, primero con absoluta rebeldía, pero en especial la madurez que permitió descubrir era posible romper esquemas y lo hizo en la vuelta a la democracia todavía fresca, con rigor, con su gran metáfora acerca de la locura y, como si fueses poco, con la poesía del alma. 
Se lo va a extrañar.




13 ene 2017

ALEJANDRO CHOMSKI VIAJO A RUSIA CON SU ABUELO Y ASI NACIO "ALEK"

El cineasta Alejandro Chomski, que en 2016 y tras seis años de paréntesis de la pantalla grande estreno dos largometrajes -"Maldito eres Waterfall" y "Existir con vos: Una noche con Charly García", comienza ahora un recorrido alternativo con"Alek", cuyo punto de partida será mañana en la Fundación Proa.
El documental, que se verá mañana sábado, a las 16,.en Pedro de Mendoza 1929 primera entrega de un estreno que tendrá más funciones, fue registrado por Chomski cuando junto con su abuelo polaco viajó hasta Rusia en 1994, revisando su historia personal y el idealismo que marcó su recorrido.
"Mis abuelos vinieron de Lodz, pobres, judíos y comunistas, en 1936, sin hablar español, empezaron una nueva etapa. El había luchado por el comunismo pero no conocía Rusia. Así que finalmente lo hizo conmigo, y yo grabándolo con mi cámara todo el viaje", recuerda el director en diálogo con Télam.
"Cuando vos tenés material sin guión, el guión nace en el montaje, que duró tres años. Por suerte salió algo que representa el símbolo de esa generación que es el idealismo", completa la idea.
Télam: Nos explicaste acerca de la necesidad de este viaje a Rusia de descubrimiento con tu abuelo, ¿qué pasaba en ese momento de tu vida y que relación tenías con él cuando se dió?
Alejandro Chomski: Yo en ese momento de mi vida ya había abandonado la militancia en el MAS y me dedicaba full time al cine. Vuelto al país, había vivido, estudiado y trabajado en cine 5 años en París y en Nueva York. Mi madre nos regaló ese viaje a él y a mí por su cumple de 80 y el sueño de él de conocer Moscú. 
T: Se que además querías conocer Rusia...
AC: Yo tenía ese sueño también por multiples razones: por viajar con él, por conocer Rusia, y por comprarme un lente anamórfico para una cámara 35 mm rusa que me había comprado en NY, y con la cual Agresti filmó una parte de "Buenos Aires Viceversa". Terminé trayéndome una caja de lentes entera y un trípode enorme, además del lente. Cuando surgió la invitación del viaje por parte de mi madre no tuve dudas que tenía que llevar la cámara al viaje, no sabía bien para que, pero había que llevarla y filmarlo a él y a Rusia. 
T: Alguien muy importante para vos, supongo...
AC: Él era mi mejor amigo en aquella época, mi formador ideológico si bien el se quedo en el comunismo y yo seguí hasta el trotskismo, y hablábamos todo el tiempo de la revolución rusa, la guerra, Stalin, las purgas, etc.
T: Muchas veces los documentales tienen la particularidad de ser catárticos. ¿Este es un caso?
AC: Absolutamente, porque volvimos del viaje y se murió a la semana sin poder despedirnos. Por eso tarde 20 años en poder volver a ver el material, por el dolor que me daba verlo. La verdad absoluta que mientras hablo de esto con me emocione (dice con los ojos brillosos de lágrimas).
T: Describime las sensaciones que tuviste cuando lo registraste, cuando después decidiste el formato, la edición... 
AC: Cuando lo filmaba no me daba cuenta mucho de lo que estaba haciendo, tenía 24 años y una cámara. Fue la misma época del doc de Charly, Filmaba sin guión situaciones que me parecían que había que capturar, pero sin saber bien porqué. Mientras tanto, ya soñaba con hacer largometrajes y escribía guiones de ficción, bastante malos por cierto. 
T: ¿Qué pasa por tu cabeza hoy cuando verlo es como viajar por el túnel del tiempo…?
AC: Ver el filme hoy es un regalo del cielo, como el de Charly, porque me permite sentir que estoy nuevamente allá con ellos en 1994, viviendo eso. Mi mente se va automáticamente para ese momento y cognitivamente y emocionalmente es un impacto muy lindo en mi corazón. El formato es de Hi 8, lo dejamos como estaba sin tratamiento para no alterar la frescura del material.
T: Más allá del viaje, el trabajo incluye una entrevista que le hiciste en Punta del Este. Comentame cómo fue el backstage de todo este recorrido, porque es seguro hubo cosas que no aparecen pero que igualmente fueron claves…
AC: Las claves eran convivir con él, en Punta y en Rusia. Dormir en la misma habitación, escuchar sus ronquidos filmar sus ojos con arrugas de 80 años de siglo XX. El viaje a Punta incluyó playa, con su hermoso cuerpo de hombre grande y su cabellera blanca de hombre sabio.
T: El cine -de ficción- es parecido a la memoria, porque cuando se reconstruye nada es exactamente igual a lo ocurrido, el documental no. Cuando ves el documental, que tanto se parece a tus propios recuerdos de ese recorrido con tu abuelo..?
AC: Es exacto a como lo viví, milimétricamente igual. Como un niño que quiere ver siempre la misma película una y otra vez, cuando veo el film es estar ahí una y otra vez, él está vivo (!!) y yo con 25 años.
T: Este es tu tercer documental. Pensás en el género como una alternativa para contar otras historias?
AC: Absolutamente. El primero fue "¿Quién Es Alejandro Chomski?", que codirigimos con Santiago García Isler, el de "A Vuelo de Pajarito",y este es el tercero. Ahora estoy preparando otro también con material viejo.
T: Seis años de ausencia y de pronto tres películas presentadas una tras la otra. Cómo observas la experiencia, que juicio temes ahora de esta trifecta?
Una satisfacción de haber recorrido estas tres experiencias diferentes y que me guste el resultado. Una euforia silenciosa incompartible, que me da fuerzas para seguir querer haciendo películas
T: ¿En qué proyecto estas trabajando ahora mismo?
AC: En "Bajo El Agua", un filme con Willem Dafoe y Natalia Oreiro para filmar este año, que produce El Campo Cine, de Nicolás Avruj y una empresa canadiense... Es para filmar en inglés en la Patagonia.

12 ene 2017

"INVASION ZOMBIE": UNA DE CAPITALISMO CANIBAL




El cine surcorearo, que acredita nombres talentosos como los de Kim-ki Duk y Park Chan-wook, pone en primer plano al hasta ahora autor de animé Yeon Sang-ho, con “Invasion Zombie”, su primer filme con actores de carne y hueso, en buena medida continuación de su inmediata anterior, “Seoul Station”.
Mientras que en aquel filme de animación, la Estación Central de Seúl se convertía en refugio de vagabundos que, víctimas de un virus, devienen zombis, lugar donde una joven que acaba de romper con su novio queda atrapada, en esta nueva aventura con "muertos vivos" el planteo vuelve al ámbito ferroviario.

Seok-Woo es un brooker, un hombre que viste bien, y tiene su oficina céntrica donde asesora en la compra y venta de acciones para clientes de alto nivel, alguien a quien solo le preocupan las ganancias que pueden reportar -y reportarle- esos negocios, porque para gente como él el fin justifica los medios.
El único interés en la vida de este hombre de sugestiva frialdad y habilidad para los números, parece ser ese, hacer que otros ganen dinero y de esa forma él mismo ganarlo, a costa de descuidar por completo los sentimientos, a su pequeña hija, y a su ahora ex esposa, de la que se divorció hace poco tiempo.
Pero el día del cumpleaños de la niña llega a la conclusión de que debe viajar desde Seúl, donde vive con ella, hasta Busán donde vive la madre de la niña, es decir superar esos 325 kilómetros de distancia para recuperar al menos un momento de felicidad en familia, o algo que se le parezca.
Seok Woo esconde un secreto: sabe que una gran contaminación afecta a su país y que alguno de esos paquetes que administra pueden irse a pique entre gallos y medianoche, cambiando por completo el rumbo de de todo lo conocido, 
Lo que no imagina es que el colapso ecológico ya se ha desatado y afecta a muchas ciudades de su país pero recién se entera cuando aborda el convoy ultrarrápido que, supone, es capaz de llegar a destino antes de que todo, absolutamente todo, esté perdido.
Seok-Woo tiene contactos, y una vez sentado junto a su hija, se comunica con un informante que le da pistas de dónde debe rumbear para poder estar a salvo de la impiadosa plaga de zombis recién anunciada.
Padre e hija se cruzarán con un matrimonio de clase popular, él de pocas pulgas y su esposa embarazada, pero también con el CEO de la empresa ferroviaria de ese mismo tren, y una multitud de seres mezquinos.
Como era de esperar, cuando los zombis de puertas adentro se multiplican y así el pasaje del convoy se parte en dos, por un lado los seres más repelentes y ávidos de carne humana, por el otro los que quieren eludirlos.
Esa división es clara, pero más peligrosa es la que se da entre quienes quieren sobrevivir, por un lado aquellos que priorizan lo humano, por el otro los egoístas para los que, estaba escrito, no importa quien caiga con tal de no infectarse.
El director Yeon Sang-ho no se anda con vueltas, pero como en la anterior no eligió a los zombis por estar de moda, y es más: los típicos amantes de filmes de zombis se desilusionarán de no verlos al por mayor.
"Invasión Zombie", no es una “hueca película de zombis", sino una historia que recurre a los zombis para de paso reflexionar de crisis y grietas sociales propias de las que ahora mismo tienen lugar en centros urbanos de todo el mundo
La pregunta "¿como se llega a esto?'" es simple: la vida moderna que pone en primer plano lo material por delante de lo humano y el terror a que lo aparentemente ordenado se colapse casi sorpresivamente.
La historia de “Invasión Zombie” es simple, su registro en tiempo más o menos real -el prólogo de la historia más la duración del tramo entre Seúl y Busán-, y la tensión permanente se sostienen gracias a una edición impecable.
Todo está perfectamente calculado, y funciona como un mecanismo de relojería hasta el último minuto, generando empatía entre el espectador con los “buenos” que intentan convertirse en héroes, y odio con los que sin ser zombis son igualmente despreciables por su extremo egoísmo, su impiedad sostenida por el poder del dinero o por el miedo.
Hay mucha tela para cortar en esta historia de visión necesaria, que también es heredera del manga, de ese cine típicamente oriental y al mismo tiempo de marcada inspiración en todos los grandes trabajos de animación con origen en el arte gráfico de la historieta
Y también hay subrayados que hablan del humor irónico que en este caso maneja con habilidad Yeon Sang-ho: el otro uso que se puede dar a celulares, a los periódicos (al menos a su papel) y al cierre seguro de las puertas entre vagones, y quienes la vean descubrirán por qué.

(Publicada en Télam, 11/01/2017)