29 dic 2016

"GILDA, NO ME ARREPIENTO DE ESTE AMOR", EL TITULO ARGENTINO DE 2016


"Tengo un sueño, no será fácil", sentencia la protagonista en el trailer de "Gilda. No me arrepiento de este amor", el más compacto de los filmes nacionales estrenados en este 2016, que convierte a Natalia Oreiro en la cantante de cumbia Miriam Alejandra Bianchi, quien en cinco años, antes de su muerte en un accidente en el bus que la llevaba de gira, logró convertirse en figura idolatrada por cientos de miles de fans y para muchos de ellos, una santa.
El "no será fácil" es lo que la directora Lorena Muñoz también estuvo dispuesta a desafiar porque es típico de biopics (filmes biográficos) apoyarse principalmente en el parecido de los actores elegidos y en la indudable fuerza de la obra legada, incluso poniendo en riesgo el lenguaje del cine, es decir solo seguir un trazado cronológico regido por eso que todos, alguna vez, habían leído o visto a través de los medios periodísticos en su tiempo.
Muñoz, recordada por haber sido parte de "Yo no se que habrán hecho tus ojos" y tiempo después "Los próximos pasados" hace ya una década, fue quien tuvo la responsabilidad de elegir qué piezas de esa gran historia, la que acompaña a los artistas que perpetuaron sus temas musicales de generación en generación más allá de su ausencia física, y que se fueron prematuramente, podían ser las que sintetizaran una idea, la esencia de la cosa.
Y en "Gilda...", está la esencia de ese cuento que nunca conoceremos en forma fidedigna porque al reconstruirlo, y a diferencia de lo que puede lograr un documental, en este tipo de historias lo fundamental es que eso que (como sentenciaba "El principito" de Saint-Exupery) es invisible a los ojos, que en este caso se desprende de muchas de esas canciones que ya son parte del imaginario popular y acompañan tanto momentos de alegría como de tristeza.
El relato recurre a la elipsis, y comienza con una toma desde la parte superior del féretro de Gilda, colocando allí la mirada del espectador en dirección a la luneta trasera, que llora lluvia, y deja entrever a quienes gritan y apoyan las palmas de sus manos, tratando de aferrarse a quien ya no podrá cantarles más sus canciones de amor, de pasión, de desengaños, de felicidad interrumpida, y que convocan, inexorablemente, al recuerdo melancólico.
El cambio que Myriam estaba dispuesta a dar era impensado pero, sin embargo, ocurrió casi entre gallos y medianoche, cuando aquella maestra jardinera pura dulzura, casada con un hombre muy posesivo y con dos hijos pequeños, dio paso a la mujer que, simplemente, tuvo un rapto de lucidez implacable para hacer lo que realmente soñaba, porque lo que se no se hace en esta vida, es así de simple, no existe posibilidad alguna de hacerlo en otra.
Gilda, que antes de lo pensado y a pesar de tener que enfrentar no solo a su esposo sino también a la parte oscura de un negocio que prefería a mujeres exhuberantes vestidas con calzas ajustadas y brillosas, con letras algo pobres, sin excepción con pobreza rítmica, manejado por empresarios turbios y de armas tomar, es según la interpretación de Muñoz una mujer que solo mostraba felicidad cuando subía a un escenario.
Hay en todo este relato un profundo trabajo de guión a la hora de relacionar las letras de esas canciones con lo que Gilda vivía fuera del escenario y hay objetos que tendrán un papel protagónico en este devenir donde la felicidad que aparece es una ilusión circunstancial, demostrando que aquello dicho alguna vez por el uruguayo Eduardo Galeano de que "hay que vivir cada noche como si fuese la última, y cada amanecer como si fuese el primero", es pura verdad.
El filme de Muñoz logra el equilibrio justo entre la verdad y el mito, obviamente en la imagen espejada de los personajes y de esos lugares que eran su mundo, hay tensión de principio a fin en donde los temas musicales no matizan sino son son funcionales al relato, hay un gran trabajo de cámara y de fotografía, logrando que las expresiones de Oreiro sean parte de esa magia, el sonido como un protagonista más, y muy en especial un gran amor de los autores por su trabajo.
El protagonismo absoluto de Oreiro no resta peso a quienes la rodean, como Lautaro Delgado, Javier Drolas y Susana Pampin, su círculo íntimo lleno de contradicciones, la parte oscura resumida en los personajes encarnados por Roly Serrano y su lugarteniente Daniel Valenzuela, hasta las breves apariciones de Angela Torres y Daniel Melingo sobresalen por el peso que tienen tanto en el guión como en esos flashbacks que recuerdan alegrías y tristezas.
"Gilda. No me arrepiento de este amor" es, sin lugar a dudas, uno de los grandes filmes argentinos de los últimos tiempos y probablemente el mejor de esta temporada que ha dado propuestas taquilleras y de valor artístico pero que difícilmente alcancen este justo equilibrio entre arte e industria que es el soñado por mucha gente de cine, el que el espectador sabe agradecer, y marca en las carreras de Oreiro y Muñoz, un momento clave que, seguramente, será recordado. (publicada en Télam)

17 oct 2016

NATALIA OREIRO Y EL DESAFIO DE SER GILDA

Lorena Muñoz, recrea la historia de Myriam Bianchi, que entre 1992 y 1996 rompió los moldes del singular mundo de la movida tropical en “Gilda. No me arrepiento de ese amor”, que jueves se estrena en Argentina y Uruguay.
Oreiro, que es Uruguaya, nacida en el Cerro de Montevideo pero que vive y trabaja aquí hace dos décadas, acredita una larga lista de éxitos tanto en la televisión como en el cine, que le permitieron ganar dos premios Cóndor de Plata -por “Infancia clandestina” y “Wakolda”- y ser sinónimo de éxito.
Myriam, mejor conocida como Gilda, que era maestra jardinera, decidió tomar el camino del canto cuando pasó los 30 años y pensó que lo que quería para su vida era ser cantante de temas escritos por ella misma, lo que logró con la ayuda de un arreglador que, por lo visto, fue clave en su vida.
Pero esa mujer, casada y con dos pequeños hijos, no se detuvo ante quienes se enfrentaron a su decisión, como su esposo, ni tampoco frente a la mafia que esconde el negocio, ni a la disyuntiva que significaba dedicarse a su familia o de entregarse a la profesión y a su público, cada día más y más.
Despues de filmes que la marcaron, como “Francia”, “Infancia clandestina” y “Wakolda”, Oreiro se convirtió en Gilda, con la idea de no frustrar a sus cientos de miles de seguidores, comprometida como nunca antes, según explicó en diálogo con Télam, mientras emprende la aventura de su estreno.
-Cuándo nació tu sueño de interpretar a Gilda?
Natalia Oreiro: -Mi sueño por interpretar a Gilda nació cuando yo era muy chica, fui fan de ella cuando tenía 19 años y a partir de ese momento fue muy importante en vida, la reversioné muchas veces en “Muñeca brava”, la imitaba en las bailantas, y cuando fuimos una vez al carnaval de Gualeguaychú nos paramos en su santuario para ver su vestuario... A partir de ese momento imaginé interpretarla en cine… Fueron muchas las propuestas de muchos directores, pero creo que en la vida todo llega en el momento justo, para poder comprenderla en su lugar porque ahora tengo su misma edad y soy mamá. De la madre que sufre cuando tiene que dejar a sus hijos para ir a trabajar de noche nació la idea de una Gilda más real, más humana


-Qué cosas fueron las que más te impactaron?
-Lo que más me impactó fue su desafío al prejuicio social. Ella decidió dar un giro de 180 grados, con un amor pasional por su público, lo hizo todo por él, y por eso a 20 años de su partida la gente la quiere y la recuerda tanto.
-Si bien todos los personajes que hiciste hasta ahora tuvieron lo suyo, incluso uno en especial, el de “Infancia clandestina”, inspirado en uno real... -Qué dimensión le das a este?
-Mis películas anteriores me ayudaron mucho en el sentido de construir el personaje, pero pude entenderla mucho más cuando me relacioné con su familia, aquello de la Gilda maestra jardinera, la Gilda mamá, Gilda amiga y comprendí lo difícil que fue para ella no renunciar a su sueño, una mujer que para la sociedad por su edad pero sobre todo para la mujer, pareciera que una debería tenerlo definido todo, y si tiene hijos mucho más. Y lo logró. Sin lugar a duda lo que más amó fueron sus hijos, pero su gran amor pasional lo sintió por su público, lo hizo todo por él y se entregó a él.
-¿Crees que Gilda fue completamente feliz, o sólo lo era cuando subía a un escenario?
-Creo que realmente fue feliz arriba de los escenarios, donde más brillaba, donde sentía que era ella, donde estaba la gente que la quería y la comprendía, que cantaba sus canciones. Creo que Gilda es una mujer en la que todos nos identificamos, un gran símbolo de perseverancia, de lucha personal, en una sociedad machista donde dicen que deberán pasar noventa años para que las mujeres tengamos las mismas oportunidades que los hombres y creo que no solo me sucede a mi sino a una gran parte de la sociedad que todavía le cuesta creer en ellos mismo y que sus sueños sean posibles. Lo más importante es buscar el camino y en el día a día luchar porque eso suceda. Pasaron veinte años y que ahora esto se cumpla demuestra que ella ayudo a que sea posible.
-Fue clave la relación que tuvo con su público?
-Era una persona igual arriba que abajo del escenario, que le daba su teléfono a los fans, que se acordaba de sus cumpleaños, que le importaba el otro. Creo que el hecho de haber sido fiel a sí misma, a su esencia, y el ser sapo de otro pozo hizo que la gente viera en ella a alguien distinto que permanece hasta el día de hoy. Es una artista transgeneracional, transcultural, reversionada por músicos de rock, que la cantan en las canchas de la Argentina y en el mundo y todos los estratos sociales aman la cumbia, porque ella fue una artista popular en el mejor sentido de la palabra.
-Coincidis en que las claves de Gilda fueron su recorte del común en la movida tropical, su calidad como cantante, su brillo y talento como compositora pero en especial su proximidad en todo sentido con el público, esa calidez que pudo perpetuarla, incluso más allá de su ausencia física?
-Impacta y me impacta el hecho de que componía sus propios temas, una forma de cantar tan particular. Tengo que admitir que me costó mucho poder interpretarla en lo musical, por su forma de cantar tan particular, desandar mi carrera como cantante y mi admiración hacia ella tuvo que quedar a un costado para poder interpretar a una mujer con contradicciones y a una intérprete que tuvo una manera tan particular de cantar, como fraseaba, dónde respiraba. Fue un proceso muy hermoso.
 -¿Te imaginás ya el estreno de tu película en Rusia?
-Para el estreno vinieron cinco rusas y tres checas y en mis giras por Rusia siempre canto algunos temas de ella, y en el documental “Nasha Natasha”, de Marcos Sastre hay una parte muy especial donde en cada ciudad de Siberia hay chicas que cantaban “No me arrepíento de este amor” con una corfeografía que les había mandado y ella bailan bajo la nieve. Estamos muy contentos también que el disco que salió la semana pasada también en formato digital, esta en los primeros lugares de venta.
-¿Crees que va a ser complicado encontrar un personaje superador?
-Es un personaje muy especial, muy motivador, que siempre quise hacer… Si, va a ser dificil encontrar uno que proponga tanto desafío pero lo más lindo es que ahora la película es de la gente. Debo sacarme el traje de Gilda y ponerme uno nuevo para que vengan cosas bonitas en el futuro.


3 sept 2016

GUSTAVO FONTAN:

EL DÍA, LA NOCHE, Y LA SOMBRA DE UN LIMONERO A ORILLAS DEL PARANÁ

Gustavo Fontán, uno de los cineastas más sólidos surgidos de la independencia, y autor de obras como “La casa”, “La madre”, “La orilla que se abisma” y “El rostro”, presenta “El limonero real”, que abreva en el relato de Juan José Saer.
Saer, dueño de una singular narrativa es todo un desafío para ser transplantado de la literatura a la pantalla, y prueba de ello es su ausencia desde que Nicolás Sarquis, en 1966, presentó “Palo y hueso”, una obra que todavía hoy sigue siendo ejemplo en escuelas de cine.
Igual desafío era traducir “El limonero real” sin traicionar la sustancia que lo había convertido hace más de cuatro décadas en una de las más brillantes obras de Saer, quizás porque como ninguna de las anteriores, se dedicaba a dar cuerpo literario a la percepción.
Una familia del río Paraná espera el último día del año, tres hermanas, sus esposos e hijos, que viven en tres ranchos, a la orilla del río, separados por espinillos, algarrobos y sauces.
Wenceslao intenta convencer a su mujer de ir a la casa de su hermana para la fiesta, pero ella se niega, argumentando que está de luto porque su único hijo, murió hace seis años. 
El ritual se repite con sus hermanas y sobrinas que se movilizan para convencerla, pero ella no acepta la invitación porque insiste, una y otra vez, que el luto se lo impide.

Wenceslao lo observa todo, lo registra con sus ojos: el río, el día y la noche, el baile, el cordero asado, las sonrisas, las miradas, los vasos de vino, pero también por las ausencias.
La vida discurre, como el Paraná, con sus sonidos, sus claroscuros, la profundidad del agua que acompaña los sentimientos tan o incluso más interiores, hay algo que permanece.
Saer en su relato, al igual que Fontan en su interpretación hablan de lo que nos sobrevive, de lo que nos supera porque, finalmente, todos somos apenas protagonistas de un momento.
Con su cine, Fontan demuestra tener esa singular capacidad de dar poesía de cine a relatos que aportan poesía a literario, como ya ocurrió con “La orilla que se abisma”, según la escencia de Juan L. Ortiz.
Asegura Fontan que “Hay en Saer una profunda conciencia de que la poesía surge del “tratamiento especial dado a la materia real”. La escritura se convierte entonces en el arte de “sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen”.
Hay un símbolo de eternidad que supera a una generación y a las siguientes, como testigo de sus alegrías y tristezas, de la vida que nace y la que muere, que es un árbol cargado de limones.
Para el limonero Fontán eligió a Germán de Silva y Patricia Sánchez, Rosendo Ruiz, Eva Bianco, Gastón Ceballos, Rocio Acosta, Carlos Daniel Linches, María de los Angeles Leiva y Micaela Villarruel, para la dirección de fotografía a su habitual colaborador Diego Poleri, para la edición a Mario Bocchicchio y para el sonido a Abel Tortorelli.
-Era todo un desafío lograr que esta historia de luces y sombras pudiera verse en cine...
G.F.: -Si, capturar el movimiento de la luz durante el día, ese cambio minucioso, casi un documental acerca de la luz en una orilla del Paraná y por supuesto eso al servicio de la historia, y en ese sentido la sensibilidad de Diego Poleri para lograr eso es impresionante.
-Tanto en “La orilla...” como en esta, el gran desafío era traducir sin traicionar…
G.F.: -La relación entre un texto y una película es un acto de mucha tensión, por un lado amoroso, un texto que cuando lo leí no entendía lo que estaba leyendo, y por otro lado que cuando uno hace una película debe olvidarse del texto, aunque el texto le de origen debe olvidarse para que la película se cierre sobre sus propias decisiones, porque si no lo hace es una transcripción literal al argumento en esa idea de fidelidad tramposa y equivocada en relación a la trama. Hay una apuesta porque el todo de cierre sobre una decisión para algo vinculado a la novela pero nuevo. Si eso no se da, no hay creación.
-¿Guión estricto, o moldeable al momento del rodaje?
G.F.: -Necesitábamos un guión bastante acotado, a diferencia de todos mis proyectos anteriores, porque hasta ahora no había filamdo nunca en semanas corridas. Siempre por decisión que me es útil al cine que pienso, se empieza en un momento y se termina en otro distante y en los paréntesis uno piensa. Había un guión más acotado, pero abierto a las contingencias climáticas, con un plan, una estrategia pero con algo que nos iba a aportar el espacio, la luz, los rostros elegidos. Dentro de ese plan había algo por descubrir y ese aporte deja marcas y sin esas marcas la película se debilitaba.
-Tus obras se muestran conectadas, algunas más que otras...
G.F.: -Creo que hay una continuidad de búsquedas. Siento que una obra se construye en una dinámica que tiene que ver con una persistencia que se renueva y resignifica todo el tiempo. El desafío es cómo continuar con una búsqueda y por otro cómo revitalizarla y correla de lugar. Siento que eso se da y que hay un profundo contacto con Saer, qué es que él se hace una pregunta cuando empieza a escribir que es “¿qué significa narrar?”. Para un artista una pregunta necesaria porque te permite romper con lo establecido, pensar desde dónde vas a hacerlo. El dice: “Mi decisión es romper las fronteras entre narrativa y poesía” y sus novelas son eso, textos que descomponen la idea de narrativa tradicional. Siento conexión con esa idea.
-¿Cómo es el paso de un filme a otro…?
G.F.: -Con cada nueva película estamos obligados a pensar por el lenguaje. No hay un saber hecho para siempre, Hay algo que nos permite saber cómo hacer materialmente como gaarantía de algo, pero estamos todo el tiempo repensando qué es el lenguaje de cine, que además debe prestar atención a cómo se debe narrar, quienes deben actuar…
-No es nada fácil...
G.F.: -A los chicos que estudian cine les cuesta mucho romper esos principios de cómo se hace una película y los principios de éxito vinculados a esa cuestión. Tenemos una gran responsabilidad en la medidad que entendemos que el cine es arte, y que los saberes definitivos no son parte nunca de algún criterio artístico aceptable y posible.
-Te interesa la simbiosis que se da entre literatura y poesia en esa zona geográfica…
G.F.: -Hay algo narrativo en esos versos largos de Juan L., Saer, Manauta, Calveira, que interesante esa zona del litoral, cómo dio este conjunto de autores que trabajaron profundamene sobre el paisaje pero no hicieron literatura paisajista-costumbrista, se apartan con un universo propio, a partir de algo que preexiste, y que va a seguir existiendo después..
- La idea del limonero de Saer…
G.F.: -Hay algo que permanece, y el río sobre todo, ese devenir del tiempo, ese suceder que está antes y después que nosotros. Lei la novela cuando era estudiante de Letras, y la experiencia fue inolvidable, pero yo no conocía la zona del río. Cuando mucho después lo conozco y trabajo en él, en “La orilla...” y “El rostro”, hay algo de la unión de esas lecturas y ese mundo que empuieza a configurar una posibilidad de imagen. Cuando llego a filmar conozco la luz como si fuese la luz en la que he vivido siempre, la tierra, los rostros, los conozco como si fuesen parte de mi vida profundamente. Solo por esa posibilidad de aprehender esos elementos es que me animé a hacer tomando una novela tan compleja como esta.

17 abr 2016

MICHEL LEGRAND Y SU "GRAN" NOCHE EN EL COLON

El compositor, director y pianista francés Michel Legrand, autor de más de dos centenares de bandas de sonido, entre ellas las de "Los paraguas de Cherburgo" y "El affaire de Thomas Crown", ganador de tres premios Oscar, estuvo en Buenos Aires homenajeado por el Bafici, y dialogó con Télam horas antes del concierto que ofreció la noche del viernes 15 de abril en el Teatro Colón, con las más reconocidas de sus composiciones que escribió en las últimas seis décadas.
Legrand tiene 84 años y se lo ve saludable, hay que hablarle fuerte, pero igualmente es dueño de un oído perfecto tanto para componer, o para tocar el piano y sorprender sea en la pantalla o en un escenario como ocurrió anoche en el Colón.
Su relación con el jazz fue importante, con monstruos como Miles Davis, John Coltrane y en las décadas del 80 y 90, con Bjork, Ray Charles, Diana Ross, o cantantes de ópera, como Jessye Norman, Kiri Te Kanawa y Natalie Dessay, ganó 5 de las 27 muy merecidas nominaciones a los premios Grammy.
Desde "Yo amo París", participó en más de dos centenares de bandas de sonido para cineastas como Jean-Luc Godard, Jacques Demy, y con la de "El affaire de Thomas Crown", de Norman Jewison mereció dos candidaturas de las que recibió el dedicado a mejor tema musical, el célebre "Los molinos de tu pensamiento".
"En la actualidad hay muchos músicos pero sin formación clásica", aseguró en diálogo con Télam con tono preocupado por un presente en el que quedan pocos compositores de su época, y jura que "amo a todas las bandas de sonido que compuse, a todos mis 'hijos', porque todos son bellos por diferentes motivos".
El músico reconoce que "muchas de mis bandas no recibieron la atención que merecían, pero es normal que eso ocurra, porque cuando uno es tan prolífico hay que incluir esa posibilidad".
"He escrito muchas otras composiciones además de las que fueron para cine", dice cuando se le recuerda que hace dos años, y en coincidencia con el Festival de Cannes, presentó en el Theatre National de la Ville de Niza la excelente ópera "Dreyfus", con libreto de Didier van Cauwelaert.
"En mi vida, en la década del 50, fui un director de orquesta muy aplaudido, muy serio, trabajé para Edith Piaf, Charles Trenet, Yves Montand, Frank Sinatra y Barbra Streisand, después de todo eso me detuve como director y pasé a otra cosa porque se que si uno hace siempre la misma cosa durante mucho tiempo puede ser catastrófico y yo quiero estar siempre en la gloria", aseguró.
"Después en la década del 60, yo fui compositor de bandas de sonido para el cine de mi país, para la nouvelle vague, directores como Jean-Luc Godard, Agnes Varda, Jacques Demy, y una vez pasada esa década nuevamente me detuve para pensar cómo seguir" recordó, como si el concierto de ayer en el Colón fuese, de alguna forma, una despedida a su manera.
"Y llegué a la conclusión de que si me quedaba en Francia podía fracasar, y por eso me fui a Hollywood y trabajé mucho hasta ganar mi primer Oscar y me convertí en una estrella hasta que en 1972 escribí los temas de "Verano del 42'… estuve componiendo para el cine estadounidense 20 años y cuando compuse el tema central para un filme de James Bond, me dije nuevamente que "esto se acabó" y dejé el cine estadounidense y volví a mi país para siempre", dijo.


"Hice dos películas como director y después, en el 2000 me dediqué a comedias musicales y en 2010 volví a la música clásica y hoy estoy escribiendo un concierto para piano, violoncello, violón y flauta. Ahora me considero un director clásico. También compuse una ópera acerca de 'Montecristo'. Escribo música sinfónica, sonatas, conciertos, pero lo importante es renovarse todo el tiempo".
Anoche en el Colón, acompañado por la Orquesta Estable del Teatro Colón, que compartió en la dirección con Fabrizio Danci, Legrand sorprendió con la suite de "Los paraguas de Cherburgo" (1964), que él mismo aseguró estaba de alguna manera inspirada en el tango argentino, el bloque más extenso y poético de la velada, al que siguió la acción de "Estación Polar Zebra " (1968), la banda de "El verano de Picasso" (1969), la de "Verano del 42" (1971), su segundo Oscar, en la que demostró su vigencia como pianista.


Siguieron "Gable y Lombard" (1976), las reminisencias gershwinianas de "Yentl" (1983), su tercer Oscar, y tres temas cantados, los memorables "Le valse des Lilas", celebre por la siempre recordada versión de Natalie Dessay, "Wait" y "Le cinema", por la excelente voz de la soprano Oriana Favaro.
Nuevamente al frente la orquesta con "Les maries de l'ian II" (1971), el film de Jean-Paul Rappeneau, que discurre en el siglo XVIII y "El implacable" (1980), con Steve McQueen como un cazador de recompensas, para terminar nuevamente al piano con una versión muy aggiornada y poderosa de "Los molinos de tu pensamiento", del filme "El affaire de Thomas Crown" (1968), el primero de sus Oscar, aplaudida de pie –con justa razón- para una despedida emocionante.

15 abr 2016

CASAVECCHIA Y PERRONE, ABREN LA COMPETENCIA ARGENTINA DEL BAFICI

“FINDING SOFIA”
“Finding Sofía” nos acerca a la obra de Nico Casavecchia, una artista audiovisual argentino que tras una larga presencia en Barcelona se instaló en Estados Unidos, donde viene realizando diferentes trabajos siempre relacionados con la animación, y las relaciones interpersonales que mucho tienen que ver con sus propias experiencias como creador nómade.
En este caso, su primer largometraje, Casavecchia cuenta la historia de un audaz animador -¿cineasta?- que, tras una brillante performance en YouTube, aspira a lograr un lugar en una agencia publicitaria al tiempo que via red social, se conecta con una chica argentina que lo hipnotiza, y se convierte en su excusa para viajar hasta Buenos Aires para encontrarla.
Con la excusa de haber perdido su equipaje, dinero y pasaporte, va a parar a la islita que Sofía tiene en el delta del Tigre, donde se encuentra con ella, hija de una merchant, el novio oficial, un aspirante a artista bastante petulante y su asistente, una chica tan confundida como la dueña de casa y con la que conforma un trío que ahora puede ser cuarteto.
En buena medida, Casavecchia saca partido de un cuarteto sólido de actores, primero y principal del estadounidense Sam Huntington como Alex, Andrea Carballo como Sofía, Rafael Spregelburd como el delirante Víctor y Sofía Brihet como Flor con el entorno vegetal a orillas del río Durazno y en medio de animaciones y citas filosóficas.

“HIERBA”
"Hierba" es el filme número 38 de Raúl Perrone y una incursión en el cine "en colores", en este caso una experiencia que tiene que ver con cuadros de Manet, Monet, Watteau, Curch y otros, con música variopinta desde clásicos y cumbia, hasta ruidos estilo viejos discos de esos de pasta maltratados por puas melladas o sonidos místicos y hasta “A mi manera” por Sid Vicius.
Lo que se ve es lo que Perrone supone repasar, sin explicación, qué ocurre entre los personajes de situaciones difíciles de interpretar, pero que si se pueden sentir, como en la sala de un museo, viendo obras del barroco, del rococó o de los impresionistas.
Las películas no deben entenderse sino sentirse”, dice Perrone, aunque no todos piensen que en cine es así, sin embargo en este caso, la ausencia de diálogos, el estilo cine mudo con pantalla cuadrada, la cámara inmóvil en un trípode se combina con media docena de personajes que son los que definen una historia muy mínima, y de muy libre interpretación, en la que se dirimen deseos, pasiones, mística y violencia, deviene un combo con figuras recortadas con pantalla azul, hierbas tomadas prestadas a pintores o a la naturaleza misma y una suma de actos a toda tensión y expresividad de rostros que darán que hablar.
Es un Perrone más, cargado de vital originalidad, que ya es un clásico del Bafici, que ya es un clásico de la vanguardia argentina “hecho en Ituzaingó”.


1 abr 2016

LORENA MUÑOZ Y NATALIA OREIRO ARRANCAN EL RODAJE DE "GILDA: NO ME ARREPIENTO DE ESTE AMOR"

Con una conferencia de prensa fue anunciado el inicio de rodaje -el próximo lunes- de "Gilda: No me arrepiento de este amor", proyecto de la cineasta Lorena Muñoz, con Natalia Oreiro como la cantante de cumbia que tuvo su momento de gloria a principios de la década del 90 y murió en un accidente automovilístico camino a Chajarí, en 1996.
La reunión contó con la presencia de Oreiro, de Muñoz, Angela Torres, que interpretará a la cantante pero en su adolescencia, Lautaro Delgado que encarnará a su esposo, Susana Pampín que será su mamá, así como los productores Maxi Dubois, Benjamín Avila, de Habitación 1520 y Axel Kuschevatsky, de Telefónica Studios.
Además de lucirse en "Tu cara me suena", Angela Torres ya compartió con Oreiro un ciclo de TV como fue "Sólamente vos", donde interpretó a la hija del personaje de Adrián Suar; por su parte Oreiro ya compartió con Lautaro Delgado y Susana Pampín el reparto principal de "Francia", el recordado filme de Israel Adrián Caetano que fue aplaudido en el Festival de San Sebastián de 2009 aquí por la crítica y el público.
Lorena Muñoz es recordada por sus cortometrajes "El rapto de Lena", "Pintor Gómez", "El corazón es un cazador solitario" y ya en el mundo del largo por los también documentales "Yo no se qué me han hecho tus ojos", que codirigió con Sergio Wolf, acerca de la cantante de tango Ada Falcón y "Los próximos pasados" de hace una década acerca del mural "Ejercicio Plástico", del mexicano David Alfaro Siqueiros y otros, en el sótano de la mansión de Natalio Botana en Don Torcuato.
El filme, que tiene fecha de estreno el 7 de septiembre de este año, día en el que se cumplen 20 años del día en que un camión embistió al omnibus en el que viajaba, terminando con su vida, su madre, su hija mayor y tres de sus músicos y el chofer, aspira a participar en la competencia del Festival de San Sebastián que tendrá lugar en ese mismo mes.
"Hace casi 20 años estoy esperando esta oportunidad, las emociones están a flor de piel y en lo personal es un desafío inmenso" aseguró Oreiro y agregó que "Soy fan de Gilda y me siento muy identificada con sus letras y luego cuando fui conociendo su historia fui admirando su valor para querer cumplir sus sueños, eso me da fuerza y ganas", dijo.
Oreiro agregó que "Me identifico mecho en ese punto de que cuando creemos que tenemos todo resuelto dar un giro y animarse a todo eso que uno quiere hacer. Miriam era una mujer con muchos valores familiares, inculcados por su madre, una concertista de piano, muy clásica, que soñó con ser cantante pero para sus padres era mal visto".
"No cumplió sus sueños, luego se enamoró, se casó, y al cumplir 30 años se dio cuenta de que había algo que le estaba faltando, y decidió cantar, se metió en un ambiente muy difícil para una mujer en los '90s, el de la cumbia, mayoritariamente de hombres, y las chicas que lo hacían eran rubias y muy voluptuosas y ella era delgada y maestra jardinera".
El filme, que reconstruye aquella época y cuenta además con la participación de Rolly Serrano, también convocó a varios de los músicos que acompañaron a la verdadera cantante en muchas de sus presentaciones, que subieron al escenario para expresar su emoción frente a la interpretación que Oreiro ya mostró en estos días en los ensayos y a Juan Carlos "Toti" Giménez, quien convenció a Gilda a lanzarse como solista.
"Para mi es un orgullo y una enorme responsabilidad como intérprete, como mujer y hacia su familia que confió en Lorena y en mi para que finalmente logremos este sueño de las dos, que vamos a hacer con mucha dedicación y respeto y principalmente con mucha alegría que creo es lo que queda, finalmente, en el corazón de todos nosotros", aseguró.
"El proyecto es tan grande que me genera ansiedad, porque hace muchos años que lo quiero hacer, una figura que para mucha gente es un referente, y es la primera vez que yo interpreto a alguien que existió y fue público, y la gente tiene muy presente la imagen de Gilda, sus canciones, su forma de vestir, su forma de bailar, lo que transmitía", explicó
En la charla con la prensa, la misma Oreiro adelantó que Sony Music se encargará de la edición de un album doble, con el contenido de la banda de sonido original del filme, y una puesta al día de los famosos temas de Gilda que forman parte de la historia de la música popular argentina, como el que da título a la producción, entre muchos otros.
Muñoz explicó que para conseguir los derechos para llevar al cine la vida de Miriam Alejandra Bianchi, tal era el verdadero nombre de Gilda, que adaptó junto a Tamara Viñes, debió tocar el tímbre de su hijo Fabricio Cagnin, ponerle copias de sus películas como directora y productora en el buzón, conversar con él en tres veces, escribirle una carta con Oreiro y hasta llevarle un demo de "No me arrepiento de este amor" cantado por la actriz.
"Me mudo a Buenos Aires cuando tenía 16 años y comienzo a relacionarse con la cumbia, que es un género que me gustaba de siempre y en el Uruguay iba a bailar al Centro Eucaro, una suerte de Metrópolis montevideano, y empecé a investigar que era lo que aquí sonaba y escucharla a ella y luego el desenlace trágico que ella tuvo fue masivo, me conmovió desde ese lugar y empecé a escucharla más profundamente y me daba mucha fuerza, recordó la actriz.
"No soy una imitadora, soy una actriz, y lo que logre o intentamos lograr con Lorena es la esencia de ella, qué era lo que ella quería comunicar y en eso estamos, y creo que lo estamos haciendo bien. Hay mucha gente detrás de la película que la conoció mucho que me ve bailar, cantar y vestirme y se emociona con nosotras por lo similar, pero sobre todo por la esencia, por el maquillaje, o si hablo igual o tengo el mismo tono", dijo la actriz que sobresalió en filmes como "Infancia clandestina" y "Wakolda", que le valieron dos Cóndor de Plata de la prensa especializada.
"Su música me transmitía mucha alegría y esperanza, y en 1998 protagonizo 'Muñeca brava' que es donde yo propongo exista esta bailanta, donde yo me vestía con una falda cortita acharolada que ella usaba y la cantaba y la bailaba y más adelante redoble la apuesta y en otra serie que protagonicé, 'Sos mi vida', canté 'Corazón valiente', y empecé a hablar de las ganas mías de interpretarla en el cine y fueron varios los directores que intentaron hacerla, pero el tema de los derechos no salía, pero sabía que en algún momento la iba a hacer", confesó.
"Creo que ella fue en busca de sus sueños cuando realmente lo sintió y yo creo que quizás, desde otro lugar un poco más pequeño, siempre tuve en claro lo que quería y fui por eso, ir detrás de algo como ella y lo logró, y estar haciendo esto ahora es una locura", señaló Angela Torres, la actriz hija de Gloria Carrá y sobrina de Diego Torres, a quien el 2015 se vio por TV en "Esperanza mía", antes en "Condicionados" y"Solamente vos" y que en cine apareció en un pequeño papel de "Extraños en la noche".
"Tengo una edad en la que además soy mamá y también se lo que significa dejar a su hijo para trabajar... El trabajo de Gilda era nocturno y los fines de semana tenía 20 shows, en muchos lugares, y quizás los hijos quedaban a cargo de su mamá, y logro saber lo que siente una madre hoy porque lo vivo. Creo que este es el momento ideal para mi para poder hacerlo y Angela para hacer ese personaje de niña-adolescente tan precioso que también van a disfrutar en la película", subrayo Oreiro.
Los productores Avila y Kuschevatzky confirmaron que el filme tendrá distribución tanto regional tanto por el personaje que aborda como por su protagonista central, conocida y aplaudida como actriz y también cantante en todo el continente y que es seguro también recorrerá otros destinos, ya que por ejemplo Oreiro ha llevado los temas de Gilda incluso a Rusia, donde hoy se cantan y bailan sus temas más emblemáticos.

8 feb 2016

"LA HABITACIÓN",; CINE INDEPENDIENTE CAMINO AL OSCAR

“La habitación”, del cineasta l dublinense Lenny Abrahamson, es una de las grandes sorpresas entre las nominadas al Oscar de la Academia de Hollywood a la producción 2015, en este caso aspirante a varias de las mejores estatuillas, las  correspondientes a filme, director, guión adaptado y actriz.
La sorpresa principal es que, a lo que significa que “Revenant: El renacido”, que se llevó doce candidaturas sea de un director mexicano que, además, ya ganó los mejores premios en 2015 y podría convertir a su director Alejandro G. Iñárritu en el tercero en línea de su país, se suma otra propuesta con sello foráneo.
Pero no suficiente con ser una producción extranjera, con dirección de un irlandés, “La habitación” tiene como una de sus características  principales no ser un ser un “espectáculo de feria”, un estilo bastante frecuentado en el cine estadounidense de los últimos tiempos signado por los efectos especiales.
Como producción, “La habitación” es un ejemplo curioso: en materia de respaldo, por detrás están Canadá, donde se rodó, pero también Irlanda, de donde es originario de su director; y el lugar donde transcurre es algún lugar impreciso de Estados Unidos, igual que la nacionalidad de sus figuras centrales.
La trama es dura, inspirada en muchos casos que se han dado en la última década, referidos a mujeres secuestradas durante años, incluso por padres, sometidas sexualmente, incluso con hijos de esas relaciones, que casi milagrosamente consiguen sortear ese cautiverio y volver al mundo, con todo lo que esto significa.
Leonard (Lenny) Abrahamson es irlandés, y acredita una carrera con varios títulos, una lista que comienza con “Adam & Paul”, de 2004 e incluye  otros tres largometrajes que preceden a “La habitación”, uno de los nueve candidatos al Oscar de Hollywood en el rubro a mejor filme, y de los más acotados cinco a mejor director.
Hay algunos puntos interesantes en la historia, de la ahora guionista Emma Donoghue, autora de la novela en que está basado, que se vio en pantalla por primera vez en el Festival de Telluride en septiembre de 2015 y estrenado un mes más tarde, recibió un caluroso recibimiento de la crítica y finalmente cuatro nominaciones.
El relato está partido al medio, la primera mitad dentro de la habitación a la que se refiere en principio el título, la segunda en otro espacio acotado, pero esta vez en lo que significan las consecuencias postraumáticas de esa situación que viven mujeres y niños frente a las actitudes perversas de quienes las someten.
No hay un antes en la historia, que comienza ya adentro de ese encierro, una especie de casa de de jardín con puerta blindada, ninguna ventana y solo un tragaluz, su único contacto con el exterior, y tampoco queda claro, por largo rato, el vínculo original de la mujer con el carcelero de su muy precaria supervivencia.
No hay golpes bajos, sino todo lo contrario, y esa calma se complementa con una quizás excesiva pulcritud –léase limpieza- en el lugar, a excepción de un minúsculo roedor y algunas cosas poco claras respecto a la educación de un niño que nunca ha tenido otro contacto con el exterior que lo que pudo ver en TV por cinco años.
Otro apunte acertado es haber dado al niño un aspecto femenino, espejo de su madre al punto de que es posible confundir su sexo, y por ejemplo apenas insinuar  la promiscuidad que significa para un niño ser testigo de la relación sexual de su madre con el hombre que los tiene encerrados, que podría haber sido un golpe bajo.
La huida, un poco naif, precede a una vuelta a la supuesta vida normal con los padres de la chica, uno de ellos William H. Macey, un abuelo que no acepta a ese nieto producto de una relación turbia, precede a una reinserción, que incluye algunas reuniones con un psicoterapeuta, que ayuda a recomponer las cosas.
La propuesta tiene un discurrir calmo que, si bien no ofrece demasiadas sorpresas, tiene un lenguaje claro, directo, que se sostiene por un montaje que no permite la tensión baje hasta el último momento, ni siquiera en esa bisagra que significa la huida del pequeño, muy bien resuelta, sin que recurra a malabarismo alguno
La actriz Brie Larson, egresada del American Conservatory de San Francisco, que actualmente tiene 27 años, la edad de la joven que interpreta, empezó a trabajar en telefilmes del Disney Channel y canta hace más de una década, ya fue premiada con el Golde Globe, el Critic’s Choice Movie Award, nominada al Bafta y al SAG.
Sin embargo es el niño Jacob Tremblay el que se compra el relato, primero porque, si bien de a ratos parece contado en primera persona, tiene un protagonismo clave; segundo porque no es para nada sencillo encarnar a niño que nació y vivió por cinco años fuera del discurrir normal de la vida, y lo hace con asombro talento.

Si bien competir con títulos fuertes, entre los restantes siete “Revenant: El renacido” o “En primera plana”, además de nombres como los de Ridley Scott y Steven Spielberg, entre ellos, la presencia de “La habitación” en esta lista habla de la necesidad de dar los Oscar una apertura que supieron tener y puede volver.