15 jun 2014

PABLO FENDRIK, UN WESTERN SALVAJE

Pablo Fendrik, autor de dos filmes memorables del reciente cine argentino, como "El asaltante" y "La sangre brota", estrenados en 2009, vuelve a la carga con "El ardor", una especie de western ambientado en un paisaje salvaje del litoral del Paraná, que el lunes será protagonista de una de las proyecciones especiales, fuera de competencia, del Festival de Cannes.

Fendrik, de 40 años, logró consagrarse hace cinco como uno de los cineastas más prometedores de su generación, innovando en lo nuevo en forma contundente con dos obras más que rigurosas y le permitieron encarar una tercera que será presentada en las cinco proyecciones de la sección oficial fuera de competencia..
"El ardor" es una historia que tiene como escenario un rincón salvaje del litoral del río Paraná, una enorme finca en la zona fronteriza con Brasil, donde solo viven tres personas, su dueño, su hija y un empleado joven, aterrorizados por una banda de mercenarios que cumplen con el encargo de persuadir a la gente del lugar a ceder sus propiedades.
Sin embargo y a raíz de la convocatoria de este núcleo, Kaí, un personaje místico que vaga con el torso desnudo por la selva, llega para cambiar esta crónica de muertes anunciadas, al menos desactivar a ese escuadrón que recurre incluso al fuego, a las bombas o al crimen para conseguir que sus sometidos renuncien a sus plantaciones de tabaco.
La estructura es clara, tanto como lo eran las de los westerns clásicos del cine estadounidense, incluido "A la hora señalada", que aparece homenajeado en una de las muchas secuencias de un relato que apuesta por el género pero que también propone a la naturaleza como gran protagonista, donde como dice Fendrik a Télam "el hombre deja deestar en la cima de la escala alimentaria".

El trabajo de preproducción duro más de cuatro años y terminó reuniendo aportes de diversos países, igual que figuras internacionales, como el mexicano Gael García Bernal, la paulista Alice Braga  ("Ciudad de Dios", "Soy leyenda", "En el camino"), y un team argentino, encabezado por el actor y teatrista Claudio Tocachir como el villano Tarquinho, a quien acompañan Lautaro Vilo, Jorge Sesán y Julián Tello.
La lista de créditos locales la completan Julián Apezteguía en la fotografía y Sebastián Escofet en la música.
¿Cuál es el eje del filme?
Es la historia de un tipo que lo perdió todo y no le importa más nada, pero de ahí hasta que ocurre algún tipo de suceso que de alguna manera equilibra lo acontecido con el acontecer, pasa mucho tiempo y en ese periodo el tipo tiene la posibilidad de evolucionar de diferentes formas y una de esas formas, la final, la acabada, es lo que encontramos cuando la película empieza.
De acuerdo a esa conceptualización del desarrollo de los personajes, imaginé una película que en un momento derivó en irme a
la selva.
¿Con qué te encontraste?
Con todo un marco de realidad en el que poder plantar este concepto. No me gusta explicar a los personajes. Quizás cuando llego a la mitad del guión me doy cuenta que quizás sería importante aclarar algo, siempre en la página 40 o 50.
Me parece que uno debe interesarse por lo que está viendo y cuando empieza a engancharse y ya no queda otra si no te explico algo, ahí sí recurro a algún tipo de explicación.
¿El western te interesa como género?, la idea del duelo...
Es evidente, y al final eso se nota mucho: se me termina escapando. Hay algunos toques que aparecen cuando uno se pone como en un ánimo juguetón. El tono general de la película es bastante tenso y sobrio, y en el final eso se abre más a la aventura, bien de película de género, y todo termina siendo consecuente con eso, la corrección de color, la mezcla, la música, todo va siendo más "de película", arranca más misteriosa, con tiempos no del todo "mainstream" después va mutando.

¿Cómo fue trabajar con García Bernal y con Braga?
No es que sólo han trabajado en buenas películas sino con grandes directores y ellos fueron los que primeros ayudaron a que las escenas queden bien y los planos hermosos.
Fueron grandes aliados, cada uno a su manera, muy generosos, ya que convivir en la selva durante cuatro semanas no es para cualquiera: rodeados de bichos y mosquitos.
¿Y con Tolcachir, que proviene del teatro?


Cuando ya faltaba poco para el rodaje y todavía no había encontrado al villano, un día me despierto pensando en él, en "aquel pelirrojo grandote". Entonces lo contacté y desde que empezamos a ensayar, buscando ese tono con el que habla, hasta terminar la peli, fue un placer. Claudio es un enorme entusiasta de la actuación.

¿Qué relación que puede existir con algunos comics clásicos?
De las tres películas que hice esta es la que tiene mayor trabajo de "storyboards", y varios me comentaron que quienes lo vieron decían que se leían tan claros como una historieta.
No era mi intención, porque no tengo en la cabeza a ningún referente de la historieta que pueda recordar, pero sin embargo, sí, ahora le veo algo de historieta.