7 oct 2012

IN MEMORIAM: OCTAVIO GETINO (1935-2012)

A los 77 años, falleció la madrugada del 1° de octubre el escritor, investigador de medios y director de cine y TV Octavio Getino, en la década del 60 uno de los fundadores del Grupo Cine Liberación. Nacido en la ciudad de León, en Castilla y León, España, el 6 de agosto de 1935 y en 1964 a los 28 años como escritor, ganó el premio Casa de Américas de Cuba por su libro de cuentos “Chulleca”. Entre sus múltiples tareas que precedieron a su incorporación al cine militante al mundo mencionaba la de trabajador metalúrgico, lavacopas y periodista entre otros. Integró el mítico Grupo de Cine Liberación, con Fernando Ezequiel Solanas, con quien escribió el guión de “La hora de los hornos”, filme hecho y exhibido en la clandestinidad, por años en las sombras. En ese mismo grupo participaron otras figuras importantes del cine nacional de urgencia, como Gerardo Vallejo Preciosamente en 1968, en 1968, Getino fue coguionista de “El camino hacia la muerte del viejo Reales”, que dirigió Gerardo valklejo. Recién en 1973, con el retorno de la democracia y el triunfo de Héctor J. Campora en las elecciones, previo a la vuelta de Juan Domingo Perón, se estrenó comercialmente la primera parte de “La hora de los hornos” En 1969, Getino rodó “Argentina, mayo de 1969: Los caminos de la liberación” y en 1971, con Solanas, “Actualización política y doctrinaria para la toma del poder”, que incluye una extensa entrevista con Juan Domingo Perón todavía en el exilio. También de 1971 es “Perón, la revolución justicialista”, y de 1972 data su primera ficción “El familiar”, en la que actualiza políticamente la leyenda de “el familiar”, personero demoníaco de la tierra destinado a apoderarse de cuerpo y espíritu de sus peones, según lo pactado con el dueño de las mismas, en el norte argentino. El filme, con guión coescrito con Jorge Honig y recién estrenado en 1975, tuvo como figuras centrales a Emilio Alfaro, Carlos Lagos, Carlos Muñoz, Martín Adjemian y Víctor Proncet Entre agosto y noviembre de 1973, precisamente durante el mandato de Héctor J. Cámpora fue nombrado interventor del Ente de Calificación Cinematográfica que había sido creado durante la dictadura de Juan Carlos Onganía no solo para la calificación sino además para la censura de cine, donde autorizó numerosos filmes que habían sido prohibidos con anterioridad, como “Ultimo tango en París”, decisión que le significó un proceso judicial. Perseguido y amenazado de muerte, se exilió primero en el Perú, donde presentó “La familia Pichilín”, y luego en México, donde continuó su obra fílmica y literaria. Nuevamente en democracia y tras su regreso al país, entre 1989 y 1990 fue director del Instituto Nacional de Cinematografía (en la actualidad Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), del que se marcho en desacuerdo con la política nacional de entonces. En 1987 publicó “Incidencia del video en las cinematografías de siete países latinoamericanos y en 1992 estuvo a cargo del primer estudio realizado en América Latina sobre “Dimensión económica y políticas públicas de las industrias culturales”. Entre 2004 y 2007 coordinó el Observatorio de Industrias Culturales (OIC) de la Ciudad de Buenos Aires y el Observatorio Mercosur Audiovisual (OMA) de los organismos nacionales de cine de la región. De sus tareas más recientes se destaca la de haber sido Coordinador Regional del Observatorio del Cine y el Audiovisual Latinoamericano de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano (OCAL-FNCL). Su tarea como docente fue notable en cursos de posgrado en FLACSO, filial Buenos Aires y en la Universidad Nacional Tres de Febrero.igual que la de consultor en organismos internacionales (UNESCO, PNUD, FAO y PNUMA) en temas de medio ambiente, comunicación y cultura en varios países de América latina. En cuanto a libros, publicó numerosos trabajos sobre temas del cine, la cultura y la comunicación latinoamericana y argentina. Entre los más recientes figuran: “El capital de la cultura: Las industrias culturales en Argentina y en la integración MERCOSUR” y “Cine iberoamericano: los desafíos del nuevo siglo”; También tuvieron reciente edición “Cine argentino: Entre lo posible y lo deseable”; “Turismo: entre el ocio y el negocio” y una nueva de su primera obra literaria “Chulleca”. Tenía un blog octaviogetinocine.blogspot.com.ar, en el que además de numerosos artículos se pueden ver sus películas.(publicada por Télam)

GABRIEL MEDINA HABLA DE "LA ARAÑA VAMPIRO", SU ULTIMA PELICULA

Gabriel Medina, el joven cineasta recordado por “Los paranoicos”, premiada en los festivales de Lima y Biarritz, vuelve a la carga con “La araña vampiro”, el filme protagonizado por Martín Piroyansky, Alejandro Awada, Jorge Sesán y Ailin Salas, que este jueves se estrena en cines y el fin de semana se verá en el Festival de Sitges. “Geónimo, el personaje de Martin es un poco fóbico, miedoso, hipocondríaco, el ideal para él”, asegura Medina, sin embargo aclara que “La génesis de la historia estaba relacionada con la naturaleza y el miedo existencial que genera el estar solo frente a ella, estar alejado de la urbe y el ruido, el enfrentarse con el silencio, de un joven de hoy”. Según Medina “…es una trama que tiene que ver con un padre y su hijo que se van a la montaña con la idea de que el chico de veinte años se relaje, porque viene bastante perturbado con temas psiquiátricos, y la idea es llevarlo a una cabaña en medio de la naturaleza para que ese chico del cibermundo, parido desde la cultura del materialismo y del consumismo enfrene a la naturaleza”. “Me parecía muy interesante que este personaje que está enfermo de miedo, ataques de pánico y cierta paranoia se enfrente a una situación extrema y que ese hecho lo ayude a evolucionar y a vencer su propio miedo porque creo que todas estas fobias tienen cura atravesando aventuras, de alguna manera un viaje iniciático: todo lo que le teme pasar le pasa”, explica el cineasta. “Le tiene miedo a su padre, a la naturaleza, se refugia en un videojuego, se refugia en un auto, aparece una araña, lo pica y se empieza a morir y la cura que encuentra es que lo vuelva a picar otra araña porque gente del lugar le dice eso, pero el padre no le cree, los médicos tampoco, las instituciones no le creen, y termina confiando en los que si le creen”, afirma. “Hay algo del cuento de ‘Pedro y el lobo’ en todo esto, siempre esta creyendo que tiene algo, enfermedades, pero cuando lo pica una araña nadie le cree, y los que si lo hacen son los lugareños, de alguna forma los duendes y lo que hacen es certificarle que se está muriendo y para que lo pique esa araña tiene que hacer una peregrinación a lo profundo de la montaña”, agrega. Según Medina, Gerónimo “Tiene que confiar en una especie guía, interpretado por Sesan, al principio algo hosco y callado, un desequilibrado, un tipo lleno de miedo y dolor como él… Me gusta observar al ser humano en todos sus matices porque no creo en los blancos y negros, los buenos y los malos, me gusta pensar al ser humano con sus errores y cosas positivas”. “Como contaba Kurt Voneggut, cuando su padre estaba muriendo le dijo ‘escribí cualquier cosa pero nunca nada con un personaje malo’, y en realidad lo que le estaba diciendo era que nunca escriba sobre alguien que pueda considerarse absolutamente malvado, y esa es la concepción que tengo acerca de los personajes, tanto en ‘Los paranoicos’ como en ‘La araña vampiro’”, dice. “Mi película es producto de una búsqueda muy intensa para volver a sacar algo de adentro mío y hacer una película, que es lo que más quiero desde que era chico, pensar películas, y le dedico mucho a hacerlo. No me preocupé por establecer un vínculo entre mi primera película y esta segunda, sin embargo por lo que me dice la gente, puedo ver que hay conexiones”, reflexiona. “La conexión principal es la construcción de un camino para un personaje que está en una situación de miedo y estancamiento que tiene que superar para poder evolucionar, y supongo que tanto en el personaje de Gauna en mi primera película como ahora en el de ‘La araña…’ está ese conflicto: personajes urbanos castigados por la filosofía del consumo”, argumenta. Medina está convencido de que “…el consumo de esa forma angustia, y es lo que provoca que la gente viva de determinada manera, que empiecen a aparecer neurosis, enfermedades que antes no existían, como los ataques de pánico, las fobias, producto del acelere y la locura, y en este sentido los chicos están muy a la deriva, en manos de un discurso semiológico bastante salvaje”. Según Medina “En un punto estar tan falsamente conectados va en contra para un joven de hoy que quiere desarrollarse y crecer, porque te distancia mucho de vos mismo, sos más tu avatar que vos mismo, esa cosa de la hiperconectividad, el ruido y la ciudad… Si vos trasladás ese sujeto al medio de la nada se da un quiebre que es catártico y de hecho curativo”. “La cara cinematográfica de Piroyanski siempre me fascinó”, confiesa Medina y agrega que “Hay gente que tiene un aura, y ese es el caso de Martín, y desde que escribí la película, que era la historia de un chico de dieciséis años y no de veinte, la cara era la de Martín en ‘Cara de queso’ y para Gerónimo lo rejuvenecimos un poco y terminó siendo él”. Medina estrena un corte diferente al presentado en el Bafici, donde se vió una edición que, si bien logró buena recepción del público, todavía tenía algunos costados por pulir: “Efectivamente, la nueva edición, trabajando de nuevo los tiempos de las caminatas, porque siempre dudaba si eran cortas o largas, y de hecho las acorté y agregué una escena muy cortita pero importante”, explica. “Tengo dos proyectos, uno que es un retorno a lo urbano con Daniel Hendler, una comedia dramática del estilo de ‘Los paranoicos’ pero bastante grande, y por otro lado estoy trabajando en una película de terror, más independiente, chica, de terror-terror, y mi idea es empezar a generar películas de ese tipo, además de otras con narrativa más personal”, concluyó. (publicada por Télam)

DANIEL ROSENFELD HABLA DE "CORNELIA FRENTE AL ESPEJO"

Daniel Rosenfeld acepta el desafío de llevar al cine una obra de la escritora Silvina Ocampo en el filme “Cornelia frente al espejo”, con Eugenia Capizzano, además coguionista, Rafael Spregelburd, Leonardo Sbaraglia y Eugenia Alonso. Para algunos, dueña de un lenguaje literario intraducible, Ocampo (1903-1993) ya había sido llevada a la pantalla grande en cuatro oportunidades (Marcos Madanes, Arturo Ripstein, Carlos Hugo Christensen y Alejandro Maci) y esta vez Rosenfeld lo hace a partir de los diálogos del relato homónimo publicado en 1988 por Tusquets, y Premio del Club de los 13. “Es un cuento escrito en forma de diálogo, y con Eugenia nos enamoramos de ese material, descubrimos de que parte de esa riqueza tenía que ver en las formas en que estaba construido, y queríamos que ese texto maravilloso estuviera en la película, más allá de nuestro aporte de interpretación cinematográfica”, explicó Rosenfeld. El relato, que como otros de las cosechas anteriores de Ocampo, tiene claras referencias al surrealismo, y a escritores como Lewis Caroll y Katherine Mansfield, cuenta la historia de una joven mujer dispuesta suicidarse, pero que una y otra vez es interrumpida por personajes rodeados por un aura mágica que la detienen: una niña, una mujer, un ladrón y un amante. “Algo importante era trabajar los primeros planos con los actores, porque no se trata de una obra de teatro, los encuadres… Lo más fascinante de todo es meterte dentro del mundo de un autor, tener la percepción de que estás conociendo a alguien. Fue difícil y con cierto riesgo de ir por un lugar que no sabíamos si era posible transitar”, dice el cineasta. Según Rosenfeld “Había algo inherente al relato de Silvina y a ese mundo que tenía que ver con las disgresiones en el sentido cómo describe y relata el tiempo de una manera distinta, no es una línea directa hacia un solo lugar, es algo que se va abriendo, hay algo de eso en el cuento que nosotros queríamos rescatar en la adaptación”, asegura. “La cuestión era cómo traducir este tema de como transcurre el tiempo dentro de esa casa, que es diferente, como si esas palabras y esos fantasmas estuvieran enredadas entre las paredes”, insiste Rosenfeld que conto con dirección de fotografía de Matías Mesa, recordado por “Agua” y “Viaje Sentimental”, de Verónica Chen, entre otras y música de Jorge Arriagada. La vieja casona vacía, apenas poblada por unos pocos muebles, algunas esculturas que asemejan muñecas, pisos de roble desprolijo y polvoriento, rayos de luz que apenas se atreven a entrometerse en la soledad de las habitaciones y el perceptible repiqueteo de las ratas por las carpinterías acompañan estos encuentros de Cornelia con sus fantasmas, en el espejo. La esencia literaria de la menor de las Ocampo (su hermana fue Victoria Ocampo), la presencia del caserón y los niños, los recuerdos que invaden presentes angustiantes y textos que sorprenden por sus múltiples interpretaciones pero siempre atravesados por señales de unas poesía arrolladora, aparecen en el guión, a cuatro manos, de Rosenfeld y Capizzano. Rosenfeld tiene 39 años, estudió piano, edición y puesta en escena, actuación y tomó seminarios con cineastas de la talla de Kriszystof Kieslowsky, Stephen Frears, Anthony Minghella y Abbas Kiarostami, fue asistente de dirección, por ejemplo de Alejandro Agresti y productor asociado de “Buena Vida Delivery”, antes de lanzarse él mismo a la dirección. De sus comienzos detrás de las cámaras son obras como el documental “Saluzzi, ensayo para bandoneón y tres hermanos”, de y “La quimera de los héroes”, que tuvo un largo y premiado recorrido festivalero, la segunda su encuentro con Capizzano en el guión, quien fue la primera que descubrió el potencial cinematográfico del relato de Ocampo. Capizzano es una actriz con trayectoria, primero teatral, “Cuinera tropical”, “La paz del hogar”, “Qué hicimos”, y en cine trabajó en “¿Sabés nadar?”, de Diego Kaplan, con Nicolas Alzabert en “Si yo fuera un helecho…”, junto a Isabelle Huppert en “Médée Miracle” y también a las órdenes de Daniel Burman como la odontóloga de “El nido vacío”. “Ella está en toda la película, y además no hay diálogos improvisados, algo que no es sencillo de resolver porque tiene que haber algo verdadero pero a la vez no coloquial, y eso para Eugenia y el resto de los actores fue una aventura…”, cuenta Rosenfeld apropósito de su filme, un nuevo y necesario acercamiento a la obra de Silvina Ocampo. (publicada por Télam)