22 may 2011

FRAMMARTINO Y LE QUATTRO VOLTE

Exactamente hace un año, en el Festival de Cannes, el cineasta lombardo Michelangelo Frammartino (nacido en 1968) deslumbraba con Le quattro volte, que esta semana sse estrenó en las pantallas locales.
Este relato de uno de los más jóvenes realizadores del cine italiano actual casi sin palabras, tiene como escenario un paraje medieval montañés de Reggio Calabria, en Vibo Valentia, bien al sur de Italia. Una de las cuatro “veces” es un viejo pastor que acostumbra a juntar polvo del piso de una iglesia que considera curativo bebiéndolo con agua. Una noche, el anciano que a duras penas guía un rebaño de cabras, fracasa en el intento de preparar su elixir y muere. Una de las cabras da a luz. Un inmenso castaño es talado para una fiesta patronal (como la de la “Pita”, en Alessandria del Caretto), mientras que la madera termina convirtiéndose en carbón de leña repartido entre los vecinos, el que les permite cocinar y estar calefaccionados en invierno. El tiempo en que transcurre toda esta historia tiene que ver con cuatro ciclos, el del hombre, el del animal, el del vegetal y el del mineral, los cuatro del título. Dicho rápido: la vida, la muerte y la vida, la transmigración de las almas y su reencarnación de diferentes formas. Tras recibir el premio Europa Cinemas en la Quincena de Realizadores, y el de Annecy, Frammartino, que ya había dirigido la aquí inédita Il dono (2003) fue invitado al Festival de San Sebastián, donde en septiembre presentó su película en la sección Perlas de Zabaltegi. El joven cineasta estuvo recorriendo (con perfil bajo) la muestra, donde tuvo unos pocos encuentros con el periodismo internacional y una gran presentación en el Teatro Victoria Eugenia.
“El título surgió de una frase atribuida a Pitágoras a su paso por Calabria: «El hombre contiene estas cuatro vidas: la mineral (la sales), la vegetal (la savia), la animal (lo salvaje), la humana (el conocimiento). Para que el hombre pueda conocerse bien debe conocerse cuatro veces mediante estos cuatro elementos, cuatro veces». Hay cuatro protagonistas, el pastor, la cabra, un árbol y el carbón, pero en realidad el protagonista de verdad es un alma, hemos registrado sus cuerpos para comprender esta presencia. Es una película de superficie, pero con la obsesión de que la cámara pueda captar la esencia. Incluso más allá de la muerte, como escribió [Jean-Luc]Godard tras la muerte de [François] Truffaut: «al fin y al cabo tampoco hay tanta diferencia entre estar vivos o muertos»”. “Mi meta no es ser un autor sino unir la materia con la forma, ser algo así como un medium”, dijo el director, sentado en una pequeña mesa del club de prensa, delante de un café humeante de los que en ese lugar nunca faltan. “Pitágoras es una figura que me atrae mucho ya que influyó en el pensamiento de varios filósofos posteriores. Su conocimiento tenía como meta el equilibrio, que es precisamente el tema de mi película”, dijo.
Frammartino propone un diálogo con el espectador a través de la fuerza de las imágenes. “Aclarar si es de un género o de otro no me interesa lo más mínimo. Entiendo que pueda interesarle a la mayoría de los productores y distribuidoras a la hora de vender un producto, pero para mi es muy difícil encontrar la diferencia. Me parece que la clave está en la relación entre lo que se ve y el ojo que lo ve”, explicó sin vueltas.
“En mi película trato que el intercambio entre las personas, animales y objetos se de a través del sonido. Al hombre lo ubico en un segundo plano, detrás de la imagen que coloco en primer plano. Con la intención de trabajar el sentido perceptivo nos ocupamos obsesivamente del sonido que, pienso, resulta clave para asimilación de la verdadera esencia de la historia”, asegura.
Frammartino se juega al definir al suyo como un film político en tanto y en cuanto hace pensar mientras que la TV acostumbra a llevar de la mano a los telespectadores como si se fueran niños.
“Crecí con una TV hueca, sin ningún tipo de crítica, que tenía que ser aceptada. A mi me gusta todo lo contrario. La película la tiene que «terminar» el espectador, es él quien tiene que asumir esta responsabilidad de autor”, dijo.
A preguntársele por cual será su paso inmediato, sorprendió una vez más al decir que va a ser un dibujo animado: “Estoy trabajando con la misma productora de Le quattro... en una película de animación, la historia de un niño desde 1978 a 1981, un periodo crucial de la historia italiana, tras los movimientos muy políticos y comprometidos de la década anterior. Después de tantos años de manifestaciones, la sociedad se encerró para meterse en la dimensión de la TV, con todo lo que esto significa. Es un tema”, concluyó.