15 nov 2010

Jorge Polaco Dixit Kindergarten, 21 años después


Esta entrevista tuvo lugar en agosto de 1989, y fue publicada un mes después en la revista Fierro. Conocía a Jorge Polaco de haberlo visto de cineclub en cineclub llevando consigo el corto Margotita, y por sus películas anteriores (Diapasón y En el nombre del hijo). En esta trabajaba Graciela Borges, mi actriz idolatrada, y fue así como ya había ocurrido cuando ella se unió a Leonardo Favio en una película, dos potencias se encontraban. Recuerdo que Kindergarten me fascinó. Me rompió la cabeza y pensé que nunca nadie habría de entenderla. Así fue que Anibal Vinelli se rió de mi fanatismo en la revista Humor®.
No voy a olvidar aquella tarde en el entonces departamento de Raquel Flotta en la avenida Córdoba y tampoco la desgrabación total de la nota que quedó tal como fue, con su duración real, como un plano secuencia. La encontré casualmente entre mis papeles hace dos días y me pareció interesante transcribirla tal cual como salió en Fierro hace 21 años, entre dibujos de El Tomi, Fontanarrosa, Crist y Nine. Una evocación que tiene lugar cuando en el Festival de Mar del Plata, la película tendrá contacto con el público argentino por primera vez. Solo hay una realidad: los dos somos ahora mas viejos, aunque no perdemos las mañas. Aquí va.


Polaco Dixit Kindergarten

En el imaginario de Jorge Luis Borges, la memoria carga culpas. Quien más, quien menos.. Las de aquellos que en el final de la vida se juzgan y arrepienten porque han perido la única e irrepetible oportunidad de ser.
Los personajes de Jorge Polaco (otro Jorge) también cargan culpas y se arrepienten. Los unos y los otros. El de Diapason (1986), un aristócrata decadente que ha cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer (no ser feliz) y que ha mezclado absurdamente antiguas y odiadas recetas de familia (el amor con lo que tiene que ser, la belleza con el esteticismo) hasta darse cuenta, tarde, que ha envejecido. ¿De que sirve entonces ese arrepentimiento que convierten en amargas las horas del epílogo?
En El nombre del hijo (1987) fue Edipo desesperado por darse un lugar, por ser.
En Kindergarten (Jardín de infantes), su última obra, viejos y jóvenes se plantean en curiosa elipsis el si volvieran a nacer cuantas cosas hermosas podrían ocupar más tiempo de su existencia. Una vida de recuerdos hermosos más allá de la, locura, con la que han convivido y de la que finalmente solo escapan los marginados, los ancianos, los locos y los niños. Curiosa esperanza ¿la de un moralista?
Kindergarten es el tercer largometraje de Jorge Polaco (tal lo revela una biografía que se inicia el 20 de septiembre de 1946). Tiene como protagonistas a Graciela Borges, Arturo Puig y Luisa Vehil.
Profesor de Letras, egresado de la UBA, cámara Súper 8 en mano, hizo en la década del 80 algunos algunas incursiones en el cine experimental, como Ecce Civitas Nostra y Mis vecinos (1983). Más tarde seguirían La ville inconnue (1984) y la memorable Margotita (1985), que llevó largo tiempo en sus alforjas, clave para descubrir el misterio y la magia que esconde la verdadera Margot Moreyra, su actriz e inspiradora.
Dos largometrajes, Diapasón y En el nombre del hijo fueron suficientes para mostrar a un director no-convencional dispuesto a la transgresión, aún cuando todavía existen aquellos que parece inclinados a censurarlo, porque sus trazos afinados y perversos provocan las iras de los “dueños de la verdad”. “Kindergarten tiene un erotismo que no erotiza”, arguyó Polaco poco después que la copia fue secuestrada por la policía, tras una denuncia por supuesta “corrupción de menores” en la que habría incurrido según un querellante particular, en varias instancias del rodaje. Para el acusador (a quien fascinó La aventuras de Chatrán pero asquearon los anteriores trabajos de Polaco y La sagrada familia, de Pablo César), el autor de Kindergarten “tiene una mente enferma que desconoce que el amor humano es un reflejo del amor a Dios” (sic).
La prensa amarilla aprovechó el escándalo a través de una óptica vulgar, cuando lo importante de todo esto es que después de mucho tiempo se daba lugar, en plena vigencia del estado de derecho, a un gesto oscurantista.
El mismo Polaco señaló (en Página/12) que “hace más de cincuenta años un poeta argentino decía que aspiraba aa un arte con cerebro y con sexo, un arte de carne y hueso. No creo aspirar a otra cosa, ni provocar por eso ninguna perversión. Sucede que la sexualidad todavía aparece a veces como el eterno pecado y se transforma en el objeto de ciertas miradas que, sin saberlo, pervierten aquello que ven”.

“Hablar de un “nuevo cine argentino” siempre me pareció ridículo. Se cae de maduro que no lo hay, si que se hizo más cine argentino en la época de Alfonsín y también antes del Proceso, pero sin propuestas, fueron diferentes tipos de películas que en casos aislados llegaron a ser cine. Son películas totalmente prescindibles, de las que es imposible recordar una sola imagen”, asegura Polaco.

Una libertad posible

-Vos tenés saliva dentro de tu boca, pero si esa misma saliva la escupís dentro de un vaso con agua, no la podes volver a incorporar tomando de ese vaso, porque te da asco. ¿Cómo es eso del adentro y al afuera?
-Si, lo que uno tiene adentro, pero es difícil de asumir, siquiera de ver. Lo que es interesante es lo que vos dijiste: imposible de tomar. No nos planteamos tomar nuestra saliva. Que cosa interesante. Nunca lo había pensado.
-¿Esa es la reacción que provoca En el nombre del hijo?
-Y también Diapasón, porque mostraban justamente los lados ocultos o simplemente la intimidad. No podemos ver en la pantalla a alguien que se levanta a la mañana porque, realmente, quien no es asqueroso a la mañana… ¿un bebé?...
-Porque tenemos un concepto idealizado de lo que es un bebé. Borges decía que un bebé es un ser imperfecto, que aspira a ser tra cosa, pero que no podría lograrlo por si solo y que en eso se parecía a los viejos…
-Es cierto: nadie se atreve a decir “qué asco de bebé!”. Vos sabés que a mi, muchos bebés me dan asco (se ríe con ganas)
-Si vos decís que vas a ser rechazado, pero hasta qué punto la convención de decir “qué lindo bebé!”, y no lo contrario es una verdad absoluta y no una hipocresía. ¿No será parte de un autoengaño al que obliga la convivencia?
-Es cierto. Siempre tuve una fantasía. Recuerdo hace mucho tiempo, cuando oía a bebés llorando, que me molestaban, y no podía hacer nada. El bebé estaba en el piso de arriba y me lo imaginaba al horno (se ríe con furia) pero no lo podía decir.
-Sin embargo, en tu última película hay chicos…

-Es muy interesante lo que me pasó con los chicos de mi película. Hay uno, el que hace el protagónico, que se llama Luciano y tiene siete años (N. de la R.: hoy tiene 28). En los ensayos era angelical. No sabía cómo tratarlo porque nunca habpia trabajado con chicos, pero fue fantástico. Lo traté como un igual, y sin ser actor, hace una composición magistral. El chico, a medida que crecía actoralmente me odiaba más, algo que todavía no termino de entender. Era tan exigido por mi que me tomó odio, a tal punto que no me daba ni un beso, ni la mano, ni nada. También era un desafío para él. Lo interesante era que el chico me odiaba cada vez más. Tuve que cambiar completamente el personaje.
-¿El personaje creció dentro de él por sí solo?
-Si, y así resultó perfecto, diabólico, metido en el mundo de la locura que encierra Kindergarten. Es como un diablo.
-¿Cómo manejás visualmente la historia?
-Trabajo permanentemente con planos secuencias. Quería hacer una película en pocos planos.
-¿Un plano único?
-Tal vez, porque la vida es, en cierta forma, una imagen sin solución de continuidad.
-El protagonismo de la cámara como si fueran los ojos del director?
-La cámara tiene un protagonismo importante y el actor tiene otro condicionamiento. Es como cuando el actor usa ropa de él. Usar ropa nueva es muy jorobado, difícil. En Kindergarten trabajé con ropa de Graciela (Borges), reestructurada, teñida, cortada. Al principio Graciela se horrorizó: “Cómo vas a trabajar con mi ropa!”. Le dije que quería ver su ropa, la que no usaba, la que se podía romper, y que a la vez le quedara cómoda. Le costó, pero quedó fascinada. También me preocupa mucho la utilería, porque hay que lograr que el actor se sienta cómodo para lograr una composición absoluta. Es como pedirle a un actor que trabaja sin fetiches. Estoy en este momento hablando con vos y a mi esta silla me molesta porque no es mía, y me duele la espalda, y veo otras sillas que también van a ser incómodas. Y el piso me molesta porque es brillante… Yo me pongo en el lugar del actor. Se les pide tanto… Aunque la fotografía es muy importante, una película es una suma de encuadres, y un plano secuencia son los múltiples encuadres que forman una secuencia. Un actor puede crecer en su personaje sin interrupciones…

El evasivo

Cuando Polaco recibe preguntas concretas, la evasión es irremediable. La pregunta apuntaba directamente sobre la historia de Kindergarten de la que hasta entonces solo había apuntado algunas características generales.
-¿Querés una masita?- pregunta mientras se levanta de la seilla y se acerca a la cocina americana del departamento de Raquel (N. de la R.: Raquel Flotta), su agente de prensa para la ocasión. Polaco no está cómodo. Sin detener el grabador retruco con otro pedido, el de un vaso con agua. Me levanto de la silla y me acerco a la mesada. Mientras tanto Polaco aprovecha y cambia de ubicación. Se apropió de mi silla. El que se fue a Sevilla…
-¿Porqué se me ocurre hacer Kindergarten?- me responde. En realidad me gustó mucho hacer el libro definitivo a partir de una novela de Asher Benathar. Mi película poco tiene que ver con ella más que el título y alguna idea. La novela pinta una cosa y la película otra. La película es el universo de la locura y la novela, si bien hermosa, es completamente literaria. Descreo mucho de los libros. Tengo como una necesidad terrible de improvisar.
-¿Hacés un guión riguroso?
-No, para nada… Me dedico mucho tiempo a hacer un guión de sonidos muy detallado, de utilería, de vestuario, de cámara. Trabajo con story borrad, plantas… en principio parto de algo muy clásico, muy obsesivo. Todo eso lo destruyo porque generalmente es un mero apéndice…
-¿Un último borrador?
-Algo así como una estructura oculta… No es lo mismo improvisar sin borrador que a a partir de una estructura oculta. Te nutre muchísimo. Nada de lo que fue deja de estar allí.
-Como si una película fuera el resultado de otras previas que no llegan a concretarse…
-Exacto. Sobre Kindergarten solo puedo decir que es sobre la locura y todos los otros temas que te comenté (¿?). La niñez… Nunca había trabajado con actores de una belleza clásica (hace un larguísimo silencio) y me interesa mucho haberlo hecho. Pero en este momento estoy en otra cosa. No es que vea mis películas con el tiempo y ya no me gusten. No se me ocurre que podrían ser mejores, hacerles cambios o agregarles cosas. Fueron un pedazo de mi vida. Ahora estoy en otro momento. No me interesa pintar o redecorar un departamento, ni siquiera cambiarle los muebles de lugar. Directamente me mudo. Con el cine me pasa lo mismo. Necesito otro proyecto.
-Una nueva vida…
-De alguna manera una vida distinta. Una historia más enriquecedora, porque si no uno se repite. De todos modos, uno repite, pero creo que es importante esa capacidad que uno tiene de enamorarse y volver a ser con cada proyecto. Me gusta volver a empezar desde cero y gozar el placer de crecer. Es intransferible. Es una peregrinación “en busca de”… no hay que enamorarse de las películas terminadas porque inhibís la búsqueda.
-Necesitás seguir, tener un alto y un después…
-De ninguna manera negar las películas que termino, sino una necesidad de seguir adelante. Fijate que a tal punto que yo veo mis películas anteriores y no me parecen mías. Ahora estoy en otra problemática, en otra búsqueda.
-Te preocuparía si se diera una relación muy estrecha entre tus películas?
-Si, incluso no puedo ser incondicional con ellas. El otrom día reflexionaba acerca de todos los guiones que hice antes de hacer el definitivo, que terminé con el montaje y cómo después quemo todo eso. Tengo la necesidad de deshacerme de todo eso. Y no se qué haría si tuviese el celuloide en casa… Es probable que también cayese en la hoguera. Me parecería que ocupa mucho lugar cuando lo que necesito es espacio, mucha libertad.

El sentido del cine

-Pensabas que Diapasón iba a tener la repercusión que tuvo?
-Me llamaba la atención que fuera tanta gente. Les decía que se equivocaron de película. En el nombre del hijo también estuvo muchas semanas en cartel.
-Algunos las acusaron de escatológicas…
-Escatológicas? Que palabra de mal gusto! No lo pensé para nada, incluso no tenía noción ni aproximada de lo que podría suceder. Recuerdo que llevé a Manuel Antín la copia terminada de En el nombre del hijo y le dije “Quédese tranquilo que es mucho menos repulsiva que Diapasón! Incluso, cuando yo la vi terminada, me dije que tenía algo de comedia hollywoodense. Después, cuando Antín la vio, me dijo “Tiene algo de cuento de hadas”. Pero no, Diapasón era un cuento de hadas al lado de En el nombre del hijo…. Uno no toma mucha conciencia de lo que hace. Por eso no podría hablar sobre Kindergarten. Me gustó verla, hacerla, sentí un gran placer mientras la hacía y ahora pienso en otra cosa. Las películas se decantan con el tiempo. Quedan para los estudiosos del cine y ese es su justo premio. Lo demás es totalmente accidental. Si alguien recuerda una imagen de tu película es suficiente. Generalmente, las películas más taquilleras son las que se olvidan antes, o las que se recuerdan solo por eso.

1 comentario:

Unknown dijo...

No sabes lo emocionado que esta HOY JORGE...gracias por este recuerdo se lo imprimo...MArilina